miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los amos del mundo

LA CRISIS

Fecha: viernes, 14 noviembre, 2008 9:25
Artículo del escritor Arturo Pérez-Reverte publicado en
'El Semanal' el 15
de noviembre de 1998, es decir, hace exactamente 10 años, en el que
"vaticina" el derrumbe del sistema financiero mundial y alertaba con su
particular estilo literario, del peligro del neoliberalismo
especulativo y depredador. Más que profecía, es razocinio.

*LOS AMOS DEL MUNDO*

Arturo Pérez-Reverte

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los
cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos,
en
la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de
sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a
mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de
probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una
ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un
máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a
la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como *long-term capital
management*, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales
de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el
partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que
circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a
atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el
consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los
huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas,
tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros.
Tan
expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan
ellos,
cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones
fastuosas de *economía financiera que nada tiene que ver con la economía
productiva*. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y
con
humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y
subirse
al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo.
Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de
prestigio,
grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el
presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de
bancos
helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio
euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en
la
aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese
pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la
segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por
ciento no se encuentran todos los días.

Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía
real,
con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y
palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales
comprometen
sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus
fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso:
alto
riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y
esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la
economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!-
mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el
cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las
pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos
pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al
Monopoly, *recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros*.
Entonces resulta que mientras *el beneficio era privado, los errores son
colectivos y las pérdidas hay que socializarlas*, acudiendo con medidas de
emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis
de
la Bernarda.

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la
pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de
trabajo,
Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, *y los millones
de
infelices Marianos* que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día
a
las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. *Nadie perdonará un duro de la deuda externa
de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de
especuladores y canallas* que juegan a la ruleta rusa en
cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los
amos
de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo
económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.